Una polémica ortografía

Es casi histórica la escaramuza gramático-literaria desatada en torno al reclamo que el Nóbel Gabriel García Márquez presentaba en una declaración, allá por el año ´97, acerca de la necesidad de “actualizar” las reglas ortográficas del idioma español. Sin embargo, muchos han malinterpretado sus palabras, o las han leído descontextualizadas, y no pocos dardos puristas han caído sobre las ideas del agudo escritor colombiano sin otorgarle el mérito de un análisis escrupuloso ni el beneficio de la duda.

Pero, ante todo, es necesario rescatar la disyuntiva “vocacional” que Márquez retomaba en sus declaraciones: ¿ser escritor versus ser gramático? ¿La elección de sopesar la exactitud de las palabras o la de enriquecer el idioma con creaciones espurias y neologismos ingeniosos que los siglos venideros clamarán por incorporar en las páginas de sus futuros diccionarios? En esta última línea debe leerse la reivindicación de García Márquez por “humanizar” el idioma español... (pero esto ya lo había dicho Ferdinand de Saussure muchos años atrás: norma y uso se retroalimentan de manera permanente; bebe uno en las aguas del otro y se van enriqueciendo de manera dialéctica).


Vayamos a las palabras de los protagonistas, y revisemos la fuente legítima para juzgar sin necedades.

Botella al mar para el dios de las palabras
A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: ¡Cuidado! El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: ¿Ya vio lo que es el poder de la palabra? Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor, que tenían un dios especial para las palabras.

Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor.

«Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros».


Escrito por Marisa E. Martínez Pérsico

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